domingo, 12 de septiembre de 2010

Recuerdo de mis años de internado (I)

Al fin llego el día que teníamos que ingresar en el colegio, recuerdo que aquella mañana salimos a la calle y ¡oh casualidad¡ fue la primera vez que vi a una monja de la caridad. Estábamos delante de un edificio muy bonito con un frontis de azulejos, con una escena de un cuadro muy grande (luego supe que era el Instituto Minero Geológico de España) en la calle de Ríos rosas; al cruzar la calle pregunte a mamá que era aquella señora tan raramente vestida y mi madre me dijo que era una monja como las del colegio al que iríamos. Esta  pregunta se debió a los hábitos y la toca que entonces llevaban las monjas de la  orden de San Vicente de Paúl. A esta monja luego la vi en el colegio, se llamaba Sor Juana ¡ una buena mujer¡.

Ese día a casa del tío Manolo y la tía Elenaen la calle de Galileo y desde allí fuimos al colegio o mejor dicho a una dependencia de este que se encontraba en la calle de Fernando el Católico y que era conocido por clasificación


Nuestra entrada a esta dependencia del colegio, al que posteriormente iríamos, fue en un ala de un medio- pensionado de niñas que tenían las monjas también, y tanto y tanto este centro como al que iríamos una semana después, pertenecía a la Junta de Protección de Menores de Madrid. Yo observaba a las niñas jugando en un amplio patio, desde la habitación en que nos habían ubicado y sólo salíamos de allí para bajar a comer una vez que las niñas habían terminado. Luego salíamos a un patio pequeñísimo durante un rato, y de regreso al dormitorio. La verdad es que las monjas nos trataron bien y con cariño Aquí empezaron mis penas con la comida,puesto que la que nos daban no me gustaba nada por lo que la dejaba ,así que una de las monjas me hizo comerla a la fuerza.

Aquella dependencia la llevaba un tal D. Vitorino, que era un ser vacío y presuntuoso ademas de cruel con alguno de los que estábamos allí, pues vi a este bota-rate pegar unas autentica paliza a un chico bastante mayor que nosotros. No recuerdo el motivo, para que este snob de mierda le pegara de esa forma, pero quedamos un tanto sobrecogidos

Una noche mi hermano me despertó y me dijo: “Gonzalo en he hecho caca en el suelo,pues no me ha dado tiempo a ir al retrete”, entonces yo me levanté y recogí la deposición de mi hermano y tomando un cubo y una bayeta lo limpie lo mejor que pude. Entones yo tenía seis años y mi hermano cinco;así , de esa forma, creí que evitaba un castigo a mi hermano. De este incidente nadie,salvo mi hermano y yo , tuvo conoci- miento.

Tengo muy presente , cómo a los pocos días de estar en este Centro, el mencionado D. Vitorino nos tomo de la mano a mi hermano y a mi y nos llevó un calle mas arriba, a nuestro nuevo destino , al que seria nuestro hogar durante casi una decena de años, al Colegio de la Sagrada Familia, que se encontraba en la calle de Fernández de los Ríos núm 37.Yo, la verdad tenia unas ganas enormes de llorar, puesto que pensaba que al trasladarnos a otro lugar nuestra madre no nos podría encontrar, y que como tantos otros niños de aquella época de pos -guerra , seriamos unos “sin familia” pero me aguante para que mi hermano no se asustara


A los pocos minutos de salir a la calle llegamos a nuestro nuevo Colegio que a decir verdad, me llamo la atención lo grande que era . Apenas entramos nos llevaron al ropero, del que era la encargada una monja llamada Sor María Ovejero , de la cual tengo buenos recuerdos; era muy trabajadora y se preocupaba de que todos los niños del colegio, fuésemos debidamente vestidos,claro que siempre con arreglo a las circunstancia de la época. PAG.37


Una vez que llegamos , D. Vitorino se asomo con nosotros dos cogidos de la mano a una de las escaleras que daban acceso a uno de los patio (al que mas tarde me referiré como “el patio del árbol gordo”,que es como lo conocíamos, porque en el centro había una acacia de gran tamaño), y llamó a uno de los muchachos que en aquel momento jugaban en el patio,y le dijo “¡Eh Bracho¡, estos dos son para ti, llevalos a Sor Felisa”.

Sor Felisa era una monja bastante anciana que tenia a su cargo los niños mas pequeños. Lo primero que hacía era lavar  a todos los que estaban a su cargo, para lo que contaba con una buena mujer llamada Sra . Aurelia .Este departamento era de cunas y no de camas, por lo que yo al verme allí cogí un gran enfado; entonces Sor Felisa se me quedo mirando y me dijo: “¡tú ya estas muy espigado para dormir en una cuna, así que hoy pasaras con los niños medianos ¡”,cosa que me alegró enormemente. Pero ahí no quedaron nuestras peripecias, pues a dos días de llegar al colegio fuimos al médico, un tal D.Manuel Hernandez Brichz,, el cual observó que tanto mi hermano como yo teníamos unas erupciones por el cuerpo, por lo que pasamos a la enfermería. Parece ser que estas las cogimos en algún lugar que ignoro, lo cierto es que habíamos cogido sarna. En la enfermería conocí alguno de los compañeros :allí se encontraba un chico que se llamaba de apellido Piedra y que pocos meses después murió creo que de tuberculosis, así como otro niño de mi clase que se llamaba Maurín .Este falleció en la enfermería .

También puedo recordar cómo desde la azotea de las enfermería , se veía un solar en la acera de enfrente del colegio , en el cual comenzaron a construir una iglesia. Este solar era parte de uno de los patios del colegio, en donde se encontraban las niñas.De la enfermería la encargada era una monja llamada Sor Alejandra ,, y teníamos una enfermera llamada Teresa.

La primera visita que recibimos durante nuestra permanencia en el Colegio , fue la de una amiga de nuestra madre que se llamaba Alicia y era la esposa del Sr. Manolo. Esta señora era de Checa , nos trajo unas barritas de chocolate y nos dijo que nuestra madre vendría a vernos el próximo domingo, lo cual calmó mis temores y fue para nosotros una enorme alegría . Al mes aproximadamente, pasamos nuevamente a nuestros destinos respectivos y aquí empezó nuestra vida de colegiales de verdad, como intentaré relatar seguidamente.

Mi hermano pasó a la clase del Niño Jesús, que dependía de una maestra llamada sta. Guadalupe. En esta clase se encontraban los niños más pequeños y en ella comenzaban a enseñar algunas cosas. Recuerdo que enseñaron a los pequeños canciones religiosas, regionales,y también canciones de la Falange. Yo pase a la clase del Santo Angel, en la que seguí aprendiendo a leer y a escribir, así como a sumar y restar, cosa que se me dió muy bien y en junio fui premiado con una mención honorifica.

El horario que teníamos era el siguiente : a las7 de la mañana tocaba la campana para levantarnos de la cama, íbamos a lavarnos en los lavabos que había en cada uno de los dormitorios, que por cierto eran nueve en todo el colegio, en cada dormitorio había unos 45 niños y eran amplios y bien ventilados .Después de asearnos pasábamos al comedor, donde nos servían el desayuno que generalmente era de café con leche muy aguado y pan . Luego a misa y de ahí a las clases ,que eran amplias y daban a la calle de Vallehermoso En clase estábamos hasta las 12, y a las 13'30 as comer y de 3 a 5 a clase nuevamente... Luego un recreo y a las 7 a cenar, recreo nuevamente y a las 7'30 a la cama. Esta rutina era así siempre salvo los domingos y festivos.

Ahora pasare a relatar alguna de nuestras vivencias , como la que sigue, qie si bien no tiene importancia , para mi si la tuvo. En cierta ocasión, y durante el verano de 1942, todos los niños se estaban bañando en la piscina , yo nunca lo había hecho en una instalación así , por ello es por lo que me dirigí a uno de los profesores auxiliares que se llamaba D. Francisco Botello , el cual me metió poco a poco en la piscina , pero el muy sinvergüenza me soltó en la parte mas profunda de la misma on el consiguiente susto, pese a ello no cogí miedo al agua.

Nuestra madre pudo por fin venir a vernos , nadie que no haya estado interno en un colegio a la edad que teníamos nosotros , puede imaginar la alegría tan enorme que siente un niño de esa edad al ver a su madre nuevamente. Aquel domingo tanto mi hermano Rafa como yo fuimos felices de verdad,.Aquel día también vinieron a vernos nuestra abuela María así como nuestra tía Elvira.

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